La población adolescente es capaz de adelgazar y mantener el peso cuando asume una serie de hábitos de vida adecuados
El sobrepeso y la obesidad son importantes problemas de salud pública. La creciente cifra de personas en esta situación y su incidencia cada vez mayor en la población infantil han propiciado que desde hace tiempo se dediquen más recursos a analizar todas las posibles causas de la obesidad. Así se pretende aportar herramientas válidas para su prevención y, llegado el caso, su tratamiento. Hasta el momento, las investigaciones subrayan que la obesidad durante la adolescencia es uno de los factores relevantes para predecir esta circunstancia en el adulto.
Las estadísticas destacan que en torno al 70% de los adolescentes obesos lo serán también en el futuro.
Practicar más ejercicio, tomar menos refrescos y consumir más frutas y verduras son estrategias que favorecen el éxito en la pérdida de peso y en el mantenimiento de la talla.
Buenos hábitos de vida
La población adolescente es capaz de adelgazar y mantener el peso cuando asume una serie de hábitos de vida adecuados. Al igual que sucede en el caso de la persona adulta, no hay soluciones mágicas para adelgazar.
Por el contrario, comer más alimentos vegetales (frutas y verduras) y beber más agua, en detrimento del consumo de grasa y de refrescos, son, desde el punto de vista dietético, la mejor garantía de éxito.
Éstas son algunas conclusiones del estudio titulado
"Estrategias para controlar el peso entre adolescentes con sobrepeso que lograron adelgazar".
El mismo analizó las diferencias entre dos grupos de jóvenes con edades comprendidas entre 12 y 20 años.
El primer grupo estaba formado por 62 chicos y chicas que consiguieron adelgazar con éxito y el segundo lo componían 68 adolescentes que no tuvieron éxito en las estrategias planteadas para perder talla.
En ambos grupos, los investigadores detectaron las conductas para controlar el peso y sus hábitos de vida. Respecto a la actividad física, como subir y bajar escaleras o andar en lugar de tomar un medio de transporte, el grupo que perdió peso y lo mantuvo tras un año respondía a estos patrones de manera más frecuente que el resto.
Además, se concluyó que escuchar la información de dietistas-nutricionistas y otros profesionales de la salud ayuda a los jóvenes a prevenir el desarrollo de conductas insanas en el control del peso, como los preocupantes trastornos de la conducta alimentaria.
Adelgazar y mantenerse: quid de la cuestión
El número de investigaciones sobre obesidad y población adulta es considerable. Se han intentado averiguar las mejores estrategias dietéticas y de estilo de vida para la consecución de la pérdida de peso y su mantenimiento a largo plazo. Sin embargo, no ocurre lo mismo entre la población adolescente. Desde la infancia (etapa considerada de una especial sensibilidad) hasta la madurez, los menores han pasado inadvertidos para epidemiólogos y científicos. Hasta la fecha sólo se ha realizado un estudio con calidad suficiente que analiza este tipo de variables entre la población adolescente de 12 a 18 años.
El estudio piloto publicado en la revista oficial de la Asociación Americana de Dietistas (JADA) ha puesto de manifiesto este vacío. Además, ha analizado las estrategias y las motivaciones de los jóvenes de este país en cuestiones relacionadas con el adelgazamiento y, más importante si cabe, con el mantenimiento de un peso saludable en el año siguiente, tras haber conseguido adelgazar. Las respuestas aportadas por todos los participantes se enmarcaron en cuatro categorías distintas:
1ª categoría.
Conductas saludables relacionadas con el control del peso, es decir, ingerir menos calorías totales a lo largo del día, menos comida rápida o basura, refrescos azucarados y alimentos grasientos, y más frutas y verduras.
Además, se recomendaron hábitos de vida sanos, como realizar más actividad física y/o deporte, en detrimento de las horas por semana dedicadas a ver la televisión, y pesarse sin obsesión (no más de una vez a la semana).
2ª categoría.
Conductas estructuradas para afrontar las estrategias para perder peso, tales como contar las calorías de los alimentos, tener pautadas dietas por su número de calorías, cumplimentar un diario dietético y contar con el apoyo y asesoramiento de un profesional.
3ª categoría.
Conductas insanas en la consecución de la pérdida de peso. En este apartado se contempla el uso de laxantes y/o diuréticos, provocarse el vómito, ayunar y fumar.
4ª categoría.
Conductas que abarcan estrategias dietéticas extremas como tomar complementos dietéticos para perder peso, ayunar, aumentar el consumo de proteínas y seguir la dieta Atkins, entre otras “dietas milagro”, inseguras y restrictivas.
Cuando se compararon las respuestas aportadas por los jóvenes y su historia ponderal, se comprobó que quienes consiguieron perder peso siguieron, al menos, seis o más conductas consideradas saludables (1ª categoría) frente a quienes no lo consiguieron.
No obstante, una pequeña parte de los adolescentes que adelgazaron lo hicieron mediante algunas de las conductas estructuradas de control de peso o con estrategias dietéticas extremas.
Es reseñable que casi todas las respuestas relacionadas con el seguimiento de conductas insanas (3ª y 4ª categoría) pertenecieron a miembros del grupo que no perdió peso.
Prevención y estilos de vida adecuados, claves del éxito
El peligro de las dietas demasiado restrictivas supera con creces el supuesto beneficio de una ligera pérdida de peso
El abordaje del sobrepeso y la obesidad infanto-juvenil es una cuestión que se debe atender en profundidad.
En estas etapas de la vida, marcadas por el crecimiento físico e intelectual, es imprescindible cubrir todas las necesidades de energía y nutrientes para favorecer su desarrollo.
Por este motivo, las dietas demasiado restrictivas suponen un peligro muy superior en comparación con el supuesto beneficio de una ligera pérdida de peso que, por otra parte, no se mantiene en el tiempo.
Entre las recomendaciones del estudio EnKid (España, 1998-2000), se advierte que en el tratamiento de la obesidad infanto-juvenil la realización de dietas estrictas es una solución menos efectiva a medio-largo plazo que el cambio en los estilos de vida.