Su consumo continuado puede considerarse en algunos casos una obsesión insana más que una preferencia alimentaria.
Hay quienes no necesitan ninguna excusa para comer dulces. Sienten una apetencia exagerada y desmesurada en cualquier momento, son incapaces de reprimirse y cada día se deleitan con el dulzor del chocolate, de un pastel o de un puñado de golosinas. Son personas que se enfrentan en muchos casos a un problema de adicción hacia estos alimentos.
Dulce sabor
No importa tanto su denominación, "food craving" en inglés o antojo en español, como la consecuencia de sufrir el anhelo por comer alimentos concretos acompañado por una necesidad inmediata de satisfacer el apetito. Este antojo se entiende clínicamente como un deseo ferviente más que un capricho pasajero. Además del riesgo evidente de aumentar de peso y desarrollar diabetes y caries, el consumo regular y exagerado de dulces disminuye la capacidad del sistema inmunológico e impide a los glóbulos blancos hacer frente a contaminaciones bacterianas. El organismo también es más propenso a sufrir catarros e infecciones varias, como cistitis y vaginitis.
"Sweet tooth", un nuevo concepto
El ser humano siente una predilección especial por el dulce. Es más, este vocablo no sólo se utiliza para describir un sabor, sino que se asocia con sensaciones agradables y placenteras, como la mención a la "dolce vita" o la alusión a "tener dulces sueños". Es el primer sabor con el que se entra en contacto gracias a la leche materna. A diferencia de la de otros mamíferos, concentra lactosa, un tipo de azúcar.
Pero la falta de control en el consumo de dulces puede derivar en obsesión. En el ámbito sanitario se ha bautizado como "sweet tooth" (diente dulce) a la apetencia exagerada por el dulce y las golosinas.
Los azúcares del chocolate aumentan el nivel de serotonina en el cerebro, que mejora el estado de ánimo
Se han realizado innumerables investigaciones para conocer distintos fenómenos asociados a este sabor, al consumo de azúcar, de dulces y de alimentos endulzados; también sobre la percepción diferente del dulzor entre seres humanos y su predisposición genética, los efectos saludables y las consecuencias perjudiciales.
En una de estas pesquisas, científicos estadounidenses comprobaron que quienes sienten adicción por las dulzainas muestran también predilección por el consumo de frutas, alimentos dulces pero saludables.
Peor es el resultado del consumo frecuente y desmedido de bebidas azucaradas entre horas -tanto refrescos como zumos de fruta- y el aumento de peso entre los niños, que se puede mantener en la edad adulta.
La causa parece ser la elevada concentración de azúcares y energía y su baja capacidad de saciedad, que favorece que quienes las toman no compensen este consumo con una ingesta posterior más ligera.
Chocolate, más que un dulce
El deseo continuado y exagerado por comer alimentos concretos, en particular por el chocolate, es una compulsión crónica que afecta a un alto porcentaje de personas, sobre todo mujeres.
Según un informe británico, hasta el 75% de las ciudadanas de Reino Unido admiten que tienen un verdadero problema para controlar el consumo de este dulce.
El antojo por comer chocolate tiene una dimensión propia, incluso ocupa un lugar especial dentro de la dieta anglo-americana, tal y como detallan Leslie Gofton y Anne Murcott en el libro 'Food cravings and addiction', en un capítulo que analiza a fondo este antojo.
Numerosas personas experimentan una gran debilidad por el chocolate y este deseo no desaparece cuando tienen delante otros dulces.
Ante su efecto en el comportamiento alimentario de parte de la población, sus componentes, juntos y por separado, son objeto de un estudio profuso, también desde el ámbito de la neurofisiología y la psiquiatría.
De acuerdo a numerosos estudios, se establece que su acción puede desarrollarse tanto en un plano biológico como psicológico. La propuesta más citada es que los azúcares del chocolate aumentan el nivel de serotonina en el cerebro y, por esta razón, mejora el estado de ánimo.
Se han registrado evidencias de que los mecanismos serotoninérgicos modulan la agresividad, el humor y la sensibilidad al dolor y, por este motivo, comer chocolate puede calmar el malestar.
Este alimento contiene variedad de compuestos químicos como metilxantinas (teobromina, cafeína y feniletilamina) y anandamida (con afinidad por los mismos receptores que los derivados del cánnabis, como la marihuana), que intensifican las propiedades sensoriales de placer y bienestar.
Por esta razón, los fármacos que bloquean la acción de las endorfinas de manera selectiva disminuyen el deseo de ingerir alimentos apetecibles como el chocolate.
Pero la conclusión más consensuada es que el principal factor de atracción del chocolate es su sabor.
Se aproxima a la combinación idónea de grasa y dulzura, y destaca por su gusto agradable. Estos alimentos inducen la liberación de endorfinas en el cerebro.